lunes, 28 de septiembre de 2009

Respuesta a la trivia

El 27 de Septiembre de 1821 entró triunfante en la Ciudad de México el Ejército Trigarante, después de más de diez años de lucha insurgente por alcanzar la Independencia de México. A lo largo de ese proceso los grandes caudillos que encabezaron el movimiento -Hidalgo, López Rayón y Morelos, entre otros-, fueron aprehendidos y fusilados por los realistas. En la última etapa de esta gesta destacó Vicente Guerrero.

En 1820, la Constitución de Cádiz fue restablecida en España, lo que propició que algunos sectores de la sociedad novohispana -opuestos a ella porque afectaba sus intereses- se levantaran en armas enarbolando el Plan de la Profesa. Para encabezar esta conspiración fue nombrado Agustín de Iturbide, quien escribió a Vicente Guerrero invitándolo a unirse a la lucha, lo cual Guerrero aceptó.

Iturbide proclamó el Plan de Iguala el 24 de febrero de 1821, el cual resultó atractivo para casi todos los novohispanos pues, de alguna manera, beneficiaba a distintos grupos sociales. Dicho plan proponía una monarquía limitada y separada, lo que complacía a quienes buscaban la autonomía con respecto a España; tomaba en cuenta ciertos principios de la Constitución de Cádiz, favorables a los liberales; ofrecía a Fernando VII -o a otro miembro de la Casa de los Borbones- ocupar el trono de México, lo que era del agrado de los tradicionalistas; disponía de la continuidad de los fueros eclesiástico y militar, por lo que ambas corporaciones se unieron a él. Además, preveía que los funcionarios del gobierno conservaran sus empleos y jerarquías, ganando así el apoyo de la burocracia novohispana.

El plan suprimía, además, las distinciones étnicas entre los habitantes de la hasta entonces Nueva España; declaraba la igualdad de todos los individuos y, por lo tanto, en adelante todos tendrían los mismos derechos. En cuanto al gobierno del nuevo país, proponía una Regencia -que se haría cargo del gobierno por una breve temporada- y una Junta Soberana compuesta por liberales y conservadores, además convocaría a Cortes para elaborar una Constitución. Finalmente, exhortaba a los insurgentes a incorporarse al nuevo ejército, el Trigarante, cuyo nombre aludía a tres garantías: Religión, Independencia y Unión.

Este plan sustentó la lucha por la independencia varios meses más. El 5 de julio, el virrey Juan Ruiz de Apodaca, acusado de incapacidad para contener el movimiento, fue destituido; su lugar lo ocupó, provisionalmente, el general Francisco Novella. El 30 de julio de 1821 arribó al puerto de Veracruz Juan de O´Donojú, quien, con el carácter de Capitán General y Jefe Político Superior de la Nueva España, sustituyó a Ruiz de Apodaca.

El 24 de agosto, O´Donojú, Teniente General de los Ejércitos de España; e Iturbide, Primer Jefe del Ejército Imperial Mexicano de las Tres Garantías; firmaron los Tratados celebrados en la Villa de Córdoba. Estos tratados reconocían al Plan de Iguala y, por lo tanto, la Independencia de México, así como el fin de la dominación española, además de la existencia del Imperio Mexicano como Nación Soberana e Independiente. Asimismo, contemplaban las disposiciones del Plan de Iguala relativas a la forma de gobierno del nuevo país.

O´Donojú, designado como intermediario para entregar la capital sin derramamiento de sangre, entabló negociaciones con el general Novella quien, después de prolongadas pláticas, reconoció la autoridad de O´Donojú y le entregó el mando de la guarnición real el día 13 de septiembre. El Ejército Trigarante, al mando de Iturbide, hizo su entrada triunfal en la Ciudad de México el 27 de septiembre de 1821.

El primer acto de la Junta Provisional Gubernativa, consistió en decretar el Acta de Independencia del Imperio Mexicano, en uno de cuyos párrafos estipulaba: "La nación mexicana que por trescientos años, ni ha tenido voluntad propia, ni libre el uso de la voz, sale hoy de la opresión en que ha vivido.

Los heróicos esfuerzos de sus hijos han sido coronados, y está consumada la empresa eternamente memorable que un genio superior a toda admiración y elogio, por el amor y gloria de su patria, principió en Iguala, prosiguió y llevó al cabo arrollando obstáculos casi insuperables.

Restituida, pues, cada parte del Septentrión al ejercicio de cuantos derechos le concedió el Autor de la naturaleza, y reconocen por inenajenables y sagrados las naciones cultas de la tierra, en libertad de constituirse del modo que más convenga a su felicidad, y con representantes que puedan manifestar su voluntad y sus designios, comienza a hacer uso de tan preciosos dones, y declara solemnemente por medio de la junta suprema del imperio, que es nación soberana e independiente de la antigua España, con quien en lo sucesivo no mantendrá otra unión que la de una amistad estrecha en los términos que prescribieren los tratados: que entablará relaciones amistosas con las demás potencias, ejecutando respecto de ellas, cuantos actos pueden y están en posición de ejecutar las otras naciones soberanas: que va a constituirse con arreglo a las bases que en el plan de Iguala y los tratados de Córdova, estableció sabiamente el primer gefe del ejército imperial de las tres garantías: y en fin, que sostendrá a todo trance y con el sacrificio de los haberes y vidas de sus individuos (si fuere necesario) esta solemne declaración, hecha en la capital del imperio a 28 de septiembre de 1821, primero de la independencia mexicana.- (...firmas...)" "Tendrálo entendido la regencia, mandándola imprimir, publicar y circular.- México, 6 de octubre de 1821, primero de la independencia de este imperio,. (...Firmas...)"

Día de fiesta y solemne para toda la Nación. La Bandera Nacional deberá izarse a toda asta.

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