domingo, 26 de octubre de 2008

El Tequio Oaxaqueño

El tequio (del náhuatl téquitl, trabajo o tributo) es una forma organizada de trabajo en beneficio colectivo, consiste en que los integrantes de una comunidad deben aportar materiales o su fuerza de trabajo para realizar o construir una obra comunitaria, por ejemplo una escuela, un pozo, una barda, un camino, etcétera.
En la época colonial, tequio era un tributo impuesto a las comunidades indígenas por una autoridad de la colonia que se pagaba con trabajo. Esta práctica sobrevive en el siglo XXI principalmente en comunidades con un fuerte arraigo en sus tradiciones indígenas, como en el estado mexicano de Oaxaca, donde el tequio es un componente importante del sistema de usos y costumbres que norma la vida comunitaria. Estudios empíricos realizados en Oaxaca muestran que la aportación de las comunidades durante la realización de obras, gracias al tequio, suele ser de hasta el ochenta por ciento, mientras que las aportaciones del gobierno federal y de los gobiernos estatales cubren el resto.
La autoridad que se encarga de dirigir los tequios es el síndico. El tequio recae sobre las personas fuertes y sanas de manera bastante igualitaria, es decir, todos los miembros adultos de la comunidad deben participar con la misma regularidad en actividades comunitarias igualmente arduas. En el estado de Oaxaca, el tequio está reconocido por la ley estatal y el gobierno del Estado tiene el deber de preservarlo.

Tema asociado: La economía del don
La economía del don — a veces traducida literalmente del Inglés gift economy como economía del regalo — es una teoría social1 en la que los bienes y servicios se otorgan sin un acuerdo explícito de quid pro quo (una cosa por otra) . Se basa en el principio de vivir bajo la premisa de que «a mi vecino no le falte nada». Una segunda premisa sería el trabajar con un nivel de conciencia donde «lo que hagamos hoy no sea recordado mañana», ya que nuestras actuaciones se basan más en el amor al prójimo que en el interés o la vanidad. Generalmente, la economía del don ocurre en culturas o subculturas en las que se esperan recompensas sociales o intangibles, como el karma, el honor, la lealtad o cualquier otra forma de gratitud. A veces la economía del don se llama también cultura del regalo. En algunos casos, regalos simultáneos o recurrentes hacen que la gratitud circule en torno a la comunidad, lo que se puede ver como una forma de altruismo recíproco. En ocasiones se espera conseguir bienes o servicios del mismo valor que aquellos que estamos dando, apoyo político, o un regalo a una tercera persona. Sin embargo, se considera que el verdadero espíritu de la economía del don consiste en dar sin esperar recibir nada a cambio.
Ejemplos en la cultura moderna
Existen ejemplos de economías del don en la economía global actual. Los bancos de sangre existentes en muchos países no dan una recompensa explícita por las donaciones. Las familias de los donantes de órganos tampoco reciben ninguna compensación por la donación. De hecho, que alguien cobre por los órganos es considerado sospechoso, incluso puede ser un delito.
La información está bien provista para una economía del don, dado que puede ser copiada y transmitida con coste prácticamente cero. Cuando compartes información, no te quedas sin ella, aunque puede que pierdas los beneficios que se pueden ganar en una economía de mercado con los derechos de propiedad intelectual. La investigación científica es un ejemplo de economía del don de la información. Los científicos escriben artículos de investigación que se apresuran a publicar en periódicos y conferencias. Otros científicos pueden citarlos gratuitamente. De hecho, cuantas más veces sea citado un científico, más prestigioso es, lo que se puede convertir en fondos económicos. Todos los científicos se benefician del conocimiento global de la comunidad científica.
Las comunidades de software libre son otro ejemplo de economía del don de la información. Los programadores ponen el código fuente de sus programas en internet, de manera que cualquiera puede copiarlo o, lo que es más importante, modificarlo y mejorarlo. Así, los programadores consiguen prestigio y respeto, mientras que el conjunto de la comunidad se beneficia de un mejor programa.
Ronald Coase defiende que las corporaciones son una forma de producción más eficientes que el mercado. Yochai Benkler escribió un artículo titulado "Coase's Penguin, or Linux and the Nature of the Firm" en el que dice que existe un tercer modo de producción denominado trabajo colaborativo. Charles Leadbeater habla de la "revolución de los amateurs profesionales" y la "economía de los profesionales amateur" en la que aficionados motivados por razones no económicas crecen en poder y apoyan una economía de lo compartido. Esfuerzos como la Creative Commons liderada por Lawrence Lessig anima a compartir y defiende que tanto la sociedad como las corporaciones se benefician de este intercambio.
Jordan Hubbard en un artículo de la revista "Queue" dice que el código abierto es una economía basada en el trueque, aunque la descripción coincide con la de una economía del don: "Los ingenieros del software voluntarios en la comunidad del software de código abierto están mucho más dispuestos a ayudar a aquellos que han mostrado su determinación al éxito del desarrollo del código abierto".14 Dicho de otra manera, la reciprocidad es una cuestión que atañe a toda la comunidad, no un simple quid pro quo (una cosa por otra).
Un ejemplo de economía de don ampliamente usado es "Beyond Barter" (más allá del trueque), también conocido como "The Los Angeles Skills Pool" (el almacén de habilidades de Los Ángeles).15 Los miembros de esta comunidad llevan desde 1975 compartiendo servicios de todo tipo entre ellos. Aunque no existe un "quid pro quo" (una cosa por otra) al recibir un servicio, los miembros han de ofrecer servicios útiles a los demás, y han de estar disponibles a realizarlos cuando se necesite.
En la mayoría de las familias existen economías del don en miniatura, siendo regalos el tiempo, dinero, comida, alojamiento o servicios que se dan sin negociación ni reciprocidad instantánea. También se da en la guía que un mentor da a su discípulo: el objetivo es que el discípulo se convierta en mentor.
En las sociedades de las islas del pacífico anteriores al siglo XIX existían economías del don de las cuales algunas llegan hasta la actualidad. Por ejemplo, en algunas de las islas Cook.16 En Tokelau, aunque ha surgido una economía de mercado, sigue existiendo una manera de economía del don en la práctica llamada inati: compartir igualitariamente toda la comida en cada atoll.17 Hoy hay comunidades diásporas en Nueva Zelanda, Australia y Estados Unidos. Aunque participan en la economía de mercado de sus respectivos países, algunos aún intentan mantener costumbres similares a la economía del don, como dinero y regalos recíprocos. La idea de regalo recíproco es una parte esencial de la cultura de Samoa (fa'aSamoa), Tonga (anga fakatonga) y otras comunidades diásporas del Pacífico.18

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