sábado, 7 de noviembre de 2009

Degradación humana y colapso ambiental / I Parte

Parlamento de Colonias

Para asegurar la sobrevivencia futura, la humanidad tendrá que transformar sustancialmente su visión reducida, utilitaria y economicista, adosada de un desarrollo capitalista ortodoxo de corto plazo y degradante, por otra, la que con una estructura mental paradigmática de racionalidad ambiental (Leff, 2004) logre así armonizar su permanencia en la frágil y delgada estructura biosférica. Este salto cualitativo conlleva a una concepción humanista de alta sensibilidad y solidaridad sincrónica y diacrónica de su especie, a partir de reconocer su intimidad con el entorno y sus interacciones complejas con la diversidad biológica donde desarrolla una interdependecia vital con otras especies de flora y fauna. Hoy en día el reto por excelencia, en la perentoria demanda de afrontar la crisis ecológica mundial, interiorizando valores, principios y nuevos saberes sustentados en la ética ambiental y en una revolución científica socioambiental, es más que imprescindible, vital y urgente.

Es obvio que todo este cambio mental y de actitud que aquí se emplaza, será posible si nos educamos para ello. Se requiere de una educación cuyos pilares pedagógicos sean capaces de abrir nuevos horizontes sensoriales y reflexivos para que la existencia humana conciba otro orden comunitario, donde predominen más las interacciones ecológicas que los intereses económicos, esto es, valorar la importancia de una reapropiación social de la naturaleza, que la explotación de los “recursos naturales,” más cuando este indicador económico en la lógica del libre mercado globalizador es potencialmente depredador y ruin. Se requiere pues, una pedagógica del tema ambiental basada en un nuevo paradigma: El siglo XVI mostró –gracias a Nicolás Copérnico– que el Sol no gira alrededor de la Tierra. El presente siglo nos demuestra que la Tierra no gira alrededor de los seres humanos. Desterrar la cosmovisión antropocéntrica es el gran reto para la educación ambiental y la cultura del futuro (Novo 1998) en medio de un destino que ya nos alcanzó y que pone al descubierto los límites insoslayables de nuestro planeta.

Pero el contexto mundial de la problemática ambiental y la respuesta de las naciones se torna complicado, cada Estado “adquiere compromisos ambientales” con la comunidad internacional, de hecho no han sido pocas desde 1972 (Estocolmo, Suecia. ONU sobre Medio Humano) las cumbres, conferencias y encuentros patrocinados por las Naciones Unidas; recordemos así la Cumbre de la Tierra en 1992 (Río Janeiro, Brasil. ONU sobre Medio Ambiente y Desarrollo. Agenda 21 y La Carta de La Tierra) es ya un lugar común que el grupo de países ricos y por tanto globalizadores financieros, el G7 (EU, Alemania, Gran Bretaña, Francia, Italia, Japón y Canadá) además de Rusia y los países de economías emergentes (Brasil, México, China, India y Sudáfrica) incluyan en sus agendas los temas del cambio climático y la reducción de emisiones en gases de efecto invernadero (GEI), estas propuestas son una afronta a las economías de las potencias industriales y comerciales que dominan y marcan pautas en los foros económicos de la OMC. Tan es así, que en este mes de octubre de 2009 en Bangkok, con la participación de 179 países, las delegaciones, tras dos semanas de conversaciones, no lograron soluciones concretas y preparatorias para la Cumbre de Copenhague ha realizarse en diciembre. Este panorama desalentador está marcado principalmente por la actitud de Estados Unidos (con emisiones mundiales de GEI de casi el 30 por ciento) que a la fecha no ha ratificado el Protocolo de Kyoto propuesto en diciembre de 1997 y entrado en vigor hasta febrero de 2005 con vigencia para 2012 y concluyendo con la reducción de 5.2 por ciento de GEI respecto a los niveles de 1990.

El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, fundado por la ONU en 1988, señala que las economías emergentes deberán reducir sus emisiones entre el 25 por ciento y un 40 por ciento para el 2020, con respecto a los niveles de 1990, ello contrasta con la posición del Senado estadounidense cuya “voluntad verde” sólo ofrece un 7 por ciento, sin embargo, la Unión Europea se propone de un 20 por ciento a 30 por ciento y Japón un 25 por ciento. Conforme han transcurrido los años y escasos logros se tienen, el tiempo ahora es devastador para muchos países pobres que están soportando ya los efectos climáticos del calentamiento global. La falta de solidaridad y responsabilidad hacen de las potencias financieras e industriales y los países de economías emergentes, un torbellino de promesas incumplidas y simulaciones, lo que marca desde luego también a México, mostrando como siempre, contradicciones por la ficción gubernamental ante una cuestionable realidad ambiental carente de políticas de Estado, de gobierno y públicas, incongruentes con el estado de derecho e indolentes ante la problemática ambiental que se vive de forma cotidiana y lesiva al bienestar de sus habitantes, sobre todo, los más vulnerables y pobres. Así, el gobierno de nuestro país se adecua fielmente, a la sabia acusadora “candil de la calle, oscuridad de su casa”.

Lo paradójico de esta actitud demagógica se ejemplifica con dos ocasiones en que declaran altos funcionarios de nuestro país, a saber: el 20 de marzo del presente año, con la expresión desafortunada que hizo en Jalisco el secretario de la Semarnat, Juan Rafael Elvira Quesada, cuando se negó a declarar en emergencia ecológica la cuenca del río Santiago (248 descargas industriales. OPS 2007) en la zona que comprende las poblaciones de los municipios de El Salto y Juanacatlán, entre ambos albergan a 120 mil habitantes (INEGI 2005), lugar donde se asienta el corredor industrial más grande de la entidad, arguyendo que “la declaratoria de una emergencia ambiental conlleva la parálisis de una cantidad de inversiones importantísimas en esta región”, pese a muestras fehacientes de afectación epidemiológica por las altas concentraciones –fuera de norma– de compuestos químicos tóxicos y carcinógenos, así también agentes microbiológicos, presentes en aguas, suelos, aire y alimentos; contaminantes que en la zona se mezclan con drenajes provenientes de la zona metropolitana de Guadalajara a través de la cuenca de El Ahogado. Otro caso se suscita el 5 de junio “Día mundial del Medio Ambiente”, México fue sede internacional de dicha celebración que convoca la Organización de las Naciones Unidas. En Xcaret, Quintana Roo, parte del Caribe mexicano donde se asientan lujosos emporios hoteleros de la Riviera Maya, encabezando las actividades de protocolo el mandatario mexicano Felipe Calderón Hinojosa, ofreció que nuestro país mitigará 50 millones de toneladas de dióxido de carbono cada año; así también, anunció la declaratoria de 6 nuevas reservas de ecosistemas marinos y terrestres, con un total de 700 mil hectáreas y que se suman a 24 millones en el territorio nacional.

En Jalisco podemos constatar que los buenos deseos ambientales del ámbito oficial antes anunciados han fracasado rotundamente y sucumben ante un capitalismo salvaje e irracional personificado por empresarios voraces, aliados con gobernantes de la misma estirpe. Por ejemplo, se ha privilegiado el uso particular de automotores y se alienta su crecimiento con una planta vehicular de 1 millón 600 mil en la ZMG, donde además, se han gastado cuantiosas cantidades del erario en infraestructura urbana para los autos, más que para las personas, y para un apremiante transporte colectivo digno, ecológico e inteligente, así queda demostrado entre otras obras, la construcción de pasos a desnivel y el proyecto de un puente atirantado, favoreciendo todo ello a constructoras, grupos financieros y empresas consultoras, desde luego en este afán de jugosos negocios aparece el cuestionado Macrobús con un amplio abanico de impactos nocivos a la población. Este escenario en nada contribuye a mitigar las emisiones de GEI, y desde luego la agresiva química atmosférica por los crecientes impactos ambientales también ha hecho disminuir la calidad de vida de quienes habitan en la metrópoli tapatía.

En el caso de anunciar nuevas declaraciones de áreas naturales protegidas (ANP), en nada se garantiza la conservación y protección de los ecosistemas. Un ejemplo de ello se demuestra en el ANP bosque La Primavera que fue declarada en el año 2000 como área de protección de flora y fauna. Con 30,500 hectáreas el ecosistema es todavía el pulmón natural y el captador de agua más importante de la capital jalisciense, aquí se ilustra con claridad la impunidad a partir del año 2001 por los cambios de uso del suelo y que con esto, se modificaron los planes parciales de desarrollo urbano a la medida de los intereses de empresas inmobiliarias y fraccionadoras, en contubernio con alcaldes y regidores de los municipios colindantes. De esta forma han anclado jugosos negocios en desarrollos habitacionales y edificaciones tremendamente impactantes para la biodiversidad, acuíferos y manantiales; así también, la especulación del suelo y la corrupción de funcionarios municipales, provocaron el surgimiento de asentamientos irregulares, todo esto ocasionó que desapareciera tan importante área de transición y amortiguamiento que blindaba al ecosistema de la mancha urbana en su imparable expansión. Las omisiones y complicidades también apuntan a funcionarios de Sedeur, CEA, Semades, Semarnat, Conagua, Profepa, Prodeur, entre otras instituciones públicas. Estas faltas graves convierten a la imagen del gobierno como el principal delincuente ambiental de Jalisco y México.

Responsable de la publicación: José Fernando Estrada Godínez. Colaboración de Jaime Eloy Ruiz Barajas, profesor-investigador titular “B” de tiempo completo en la UdeG. Imparte la materia de Ecología y un Seminario de Educación Ambiental. Promotor forestal con programa de restauración ambiental en la subcuenca hidrológica Atemajac – Colomos. Asesor del Parlamento de Colonias de la Zona Metropolitana de Guadalajara. Coordinador de Ciudadanos por el Medio Ambiente (ONG). Miembro del Consejo Consultivo de Medio Ambiente para el Desarrollo Sustentable del Municipio de Guadalajara. Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias Ambientales y Sociales, A.C.

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