lunes, 4 de mayo de 2009

El Palacio de Ocomo, el de mayor dimensión del México prehispánico

Su cultura reemplazó a la tradición Teuchitlán, señala el arqueólogo Phil Weigand


Se ubica en Oconahua, delegación del municipio de Etzatlán, al centro-oeste de Jalisco

CECILIA DURAN



El asentamiento se desarrolló a partir del año 500 después de Cristo Foto: HECTOR JESUS HERNANDEZ


Los trabajos de excavación son financiados por la Secretaría de Cultura de Jalisco Foto: HECTOR JESUS HERNANDEZ Al igual que un rompecabezas, la historia prehispánica de Jalisco va encontrando sus fichas y se van acomodando para ofrecer un panorama de la forma de vida y las costumbres de las culturas que poblaron el Occidente de México. Los Guachimontones han sido clave para entender la tradición Teuchitlán, que representa uno de los primeros asentamientos de un estilo de vida civilizado en el Occidente, cuyo inicio se marca en el año 1000 aC. ¿Qué pasó después del colapso de la tradición Teuchitlán? Los estudios realizados por el arqueólogo Phil Weigand indican que reemplazó el Palacio de Ocomo, cultura desarrollada a partir del año 500 dC.

Ubicado en Oconahua, delegación del municipio de Etzatlán (centro-oeste de Jalisco), el lugar donde está localizado el Palacio de Ocomo tiene casi 400 hectáreas de extensión y vivieron entre 5 y 7 mil personas. La estructura principal de este sitio tiene 125 metros por lado y 5 metros de altura. Las investigaciones realizadas hasta la fecha sostienen que fue un edificio de administración.

De acuerdo con los estudios de Weigand, el edificio tiene una morfología muy evidente, aunque partes de la estructura han sido dañadas por actividades agrícolas y de saqueo. Su plazuela interior mide 70 por 50 metros. Hay una plaza elevada exterior en el lado norte que mide 180 por 50 metros y el edificio en su conjunto tiene forma de “u” semicerrada, con su entrada aparentemente en el lado sur.

Dado su tamaño, lo elaborado y elegante del acabado, este palacio, o tecpan, debió ser un monumento impresionante e importante dentro del orden social prehispánico de la región. Según los estudios de Weigand, es uno de los palacios más grandes de todo México.

El hallazgo de Ocomo

Weigand visitó Oconahua por primera vez en 1958 porque un poblador le informó sobre la existencia de un edificio prehispánico. Además su esposa, la maestra Acelia, vivió allí por muchos años y también tenía conocimiento del sitio.

“A mí me impresionó por el tamaño monumental del edificio; pero no fue hasta los años 70 cuando hicimos el mapa preliminar de esta zona. Sabemos que es un tecpan, es decir, un palacio, porque en los códices del centro de México son dibujados así. Este es de la época del Epiclásico y Post Clásico, es el tecpan más grande visible en toda la República Mexicana. Dicen que el palacio de Moctezuma tenía 200 metros de cada lado, pero nadie puede verlo y por lo tanto no se puede medir. El palacio de la casa imperial de Tzintzuntzan (Michoacán) cabe dentro de la plazuela de Ocomo. Entonces éste era un Estado con un edificio de administración. Lo que sucedía adentro es lo que estamos investigando. Entendemos más la tradición Teuchitlán, sobre su cultura, ceremonia, su manera de vivir, sus chinampas. En éste estamos dando los primeros pasos”, dijo Weigand.

El Palacio de Ocomo es muy similar al edificio dibujado en la Lámina II del Códice Quinatzín, un edificio del Post Clásico tardío (1300-1521) de Texcoco, aunque obviamente no hubo relación entre las dos regiones. El Palacio de Ocomo era mil años más antiguo.

Weigand indicó que Palacio de Ocomo “es lo que sigue de los Guachimontones, reemplazó a la tradición Teuchitlán. Con el colapso de la tradición de Teuchitlán hubo una reorganización fuerte en toda la zona. Pero no fue un colapso demográfico, sino una reorganización. La gente que construyó estos edificios es la gente que se impuso. Es muy posible que esto represente la llegada de gente uto-azteca, que no son nahuas. Es el uto-azteca sur, el nahua es el uto-azteca este. La diferencia es como entre alemán y español. No son entendibles. totorami fue la familia de idioma que encontraron los españoles aquí, los que sobreviven son huicholes, coras y tecuales. Pero la gente que llegó aquí trajo unas tecnologías nuevas, como el arco y la flecha. Unos pocos siglos después, con la metalurgia”.

El Palacio de Ocomo es “un edificio de administración, aquí no hay edificios ceremoniales, como pirámides en los Guachimontones. Aunque sabemos que sí hay, debajo de la Iglesia en el centro del pueblo. Pero no eran grandes. Este edificio es enorme, pero era de administración”.

El arqueólogo aseguró que la gente que se estableció en Oconahua encontró la riqueza de la zona, sumamente fértil, con agua, obsidiana, cobre natural, plata. “Las zonas ricas siempre son invitación a invasores. Trajeron una nueva reorganización social, eran menos religiosos, aunque igual muy metidos en el ceremonialismo”.

Según sus estudios, el tecpan monumental tuvo varias etapas de construcción. “Empezaron más o menos en el año 500 dC y fue abandonado como edificio en uso en el año 1100 dC, pero el sitio de Oconahua siguió, aunque no fue el sitio de mando en el Occidente de México”.

En la memoria colectiva del pueblo, dijo Weigand, en este lugar existieron las estelas (esculturas monumentales) del tamaño de una persona, representadas con penachos.

“En 1890, según las pláticas del pueblo, llegó un franciscano que se asustó con la presencia del diablo, era una comunidad cerrada y esas gigantescas estatuas representaban para él el diablo y las mandó destruir y tirarlas al arroyo. Mucha gente quedó inconforme con el vandalismo y recuperaron piezas que aún están guardadas en muchas casas. Mi esposa y yo en los años 80 recorrimos desde la esquina de la plaza exterior del palacio, caminamos hasta mero abajo del arroyo, buscamos fragmentos de las estelas y los encontramos. Entonces tenemos algo para apoyar la versión folk de lo que pasó aquí y se pondrán en el museo”, contó.

Acerca de la importancia que tiene el Palacio de Ocomo para la historia de Jalisco, Weigand aseguró: “la tradición de Teuchitlán fue una sociedad compleja, con toques de civilización, una sociedad estratificada, con tecnología de chinampas. Colapsando ésta, no colapsó el Occidente de México. Siguió con edificios grandes y otros edificios que muestran arquitectura relacionada con esto. La región Valles mantuvo su importancia como un área clave económica. Después que empezó con la tradición Teuchitlán y que también fue parte de esta civilización de Oconahua, que todavía no tiene nombre”.

Palacio de Ocomo y la fase El Grillo

En 1970 Weigand y la maestra Acelia García iniciaron los recorridos y trazaron los mapas preliminares de la zona. Era una época en la que incluso había casas abandonadas arriba de la estructura principal del Palacio de Ocomo. Recién en la administración de Alberto Cárdenas recibieron 250 mil pesos para realizar excavaciones, sin embargo, no pudieron avanzar en los estudios porque encontraron fuerte resistencia de las autoridades del municipio de Etzatlán, quienes negaban la existencia de un sitio prehispánico.

Hace dos años un equipo de arqueólogos, ex alumnos de Weigand en El Colegio de Michoacán (Colmich), retomó recorridos en la superficie para hacer las excavaciones, que iniciaron hace dos meses y se extenderán por aproximadamente cinco años. Este trabajo es financiado por la Secretaría de Cultura de Jalisco, y para este año tiene un presupuesto estimado en dos millones 500 mil pesos.

“Lo primero que hicimos fue determinar dónde estaba el sitio y cuál era su extensión. Ya lo definimos y son unos 3 kilómetros cuadrados. También se definió una zona que es la que está mejor conservada. Hicimos el recorrido por las unidades habitacionales, las zonas de administración, las zonas de culto, que están bien conservadas. También se hizo la gestión para conseguir el dinero para comprar los terrenos y estamos al 70 por ciento de los terrenos comprados”, explicó el encargado del proyecto Palacio de Ocomo, el arqueólgo Sean Smith Márquez.

“Después hicimos los proyectos de excavación. Lo que más nos importa es saber para qué servía el palacio. Por eso es que además de la excavación de los muros, se ve la excavación del piso, para ver para qué servía. Ahora estamos en el nivel del piso original del patio del palacio. A esto le sacaremos muestras para mandar a la UNAM y allí nos enviarán los resultados y por medio de estadísticas nos mandan las posibles actividades que pudieron realizarse en esos espacios. Esto nosotros lo conjuntamos con el análisis de la cerámica que sacamos y después ya empalmamos los dos estudios y podemos definir para qué servía ese espacio”.

También comentó que una de las discusiones a las que se enfrentó el equipo de arqueólogos fue determinar con precisión la época a la que pertenece el palacio.

“Con la cerámica que estamos sacando, sabemos que es más o menos del 400 al 900 dC, es decir, del Clásico Mesoamericano. Las fases son Guachimontones, Ocomo y la parte del Post Clásico que se desarrolló principalmente en los pueblos actuales, como Etzatlán, Tala, Magdalena, por eso es que no se ha excavado en esta región un sitio grande porque posiblemente están debajo de los pueblos actuales. Igual que Oconahua. La misma ocupación clásica que es la del palacio, mucho del sitio está debajo o entre el pueblo. Sí fue un poco difícil distinguirlo. Nos tuvimos que meter a las casas, a los corrales de las casas”, dijo.

“Parece que de altura tiene unos 5 metros. La excavación por ahora tiene un metro y medio, y ahí debe ser como 4 metros más para arriba. No sabemos bien porque va apenas una tercera parte del muro excavado. Lo interesante es que están saliendo los muros y las capas de adobe, por lo tanto era una construcción mixta entre piedra y adobe. Tiene que ver con la fase que le llaman El Grillo, del Valle de Atemajac. Toda la cerámica parece ser de esa misma fase, que sería más o menos de la misma época del Ixtepete, en Zapopan. Nada más que esta estructura es unas siete veces más grande que el Ixtepete, pero son de la misma época. Es bien difícil poder establecer una relación entre ambos sitios”.

En dos meses de excavaciones, los arqueólogos han descubierto gran parte del piso original del palacio. Con el avance de sus trabajos podrían encontrar en el interior de la estructura principal tumbas, fogones, entierros, almacenes, “que nos podrían hablar de un control de la elite muy fuerte con la gente”.

¿Cómo vivían en Palacio de Ocomo?

El equipo de arqueólogos también trabaja alrededor del Palacio de Ocomo en donde se encuentran las unidades habitacionales, que al parecer pertenecían a los estratos altos. Asimismo realizan recorridos para determinar de dónde obtenían la materia prima para las construcciones y cuáles eran sus actividades de sobrevivencia.

“La cosa es entender toda la vida diaria de los habitantes para luego vincularlo con otros sitios. Hasta ahora lo que podemos decir sobre las unidades habitacionales es que en la época de Teuchitlán eran buenos arquitectos y hacían cosas muy bonitas, pero no eran buenos ingenieros y sus estructuras eran bastante débiles. En el Palacio de Ocomo las estructuras son más comunes a las que hay en el resto de Mesoamérica, pero están muy bien construidas. Hemos encontrado que la unidad habitacional es más bien pequeña, pero tiene un gran trabajo invertido, tiene muros de hasta un metro y medio de grosor. A través de las unidades habitacionales podemos decir que la fase es Grillo. Encontramos un círculo, definido por lajas, que no sabemos para qué pudo haber servido. Tal vez ni siquiera fue una unidad habitacional, sino más bien un centro ceremonial más pequeño”.

En la parte más alta del sitio arqueológico hay otra serie de unidades habitacionales, que al parecer son más pequeñas y también hay un aglomerado de varias estructuras, rodeadas por un muro. De acuerdo con Smith Márquez, en ellas podría vivir la gente pobre y al estar cercadas por un muro, y determinaría que tenían su propia actividad ahí adentro.

“No hay ninguna unidad habitacional de esa época excavada y publicada en la fase Grillo. Esto será interesante porque les dará datos a otros arqueólogos que trabajan en otras zonas para ver cómo era el modo de vida de los habitantes de esa época”, dijo.

Smith Márquez adelantó que el objetivo es convertir al sitio en un lugar para el turismo y se integrará, junto con Guachimontones, a la Ruta Arqueológica. Para ello se restaurarán las estructuras del sitio y se hará una ruta turística en su interior.

Además de Smith Márquez, el equipo de arqueólogos de Palacio de Ocomo está integrado por Jorge Herrejón, Fernando Aguilar, Ericka Blanco y Gabriela García. Con ellos trabajan 27 pobladores de Oconahua. “Hemos tratado de que los oconahuenses se vinculen con el proyecto porque el beneficio será para todos”, finalizó el arqueólogo.

2 comentarios:

lcdc.com dijo...

Hola amigos mi nombre es Juan Corona De Leon. me gustaria saber a cerca de los mapas que tienen para ver si puedo ayudar en algo. Por este momento estoy tomando clases de ArcGIS. Espero me contesten pronto, para ver si les puedo ser util en algo. Soy hermano de la maestra Pancha.

lcdc.com dijo...

por lo que anteriormente avía en la iglesia de san Miguel Arcangel al lado izquierdo de la entrada estaba la fecha de cuando se termino de fincar el edificio tenia la fecha del terminado del edificio